Cuando suena el celular, el teléfono y la tele al mismo tiempo se produce un momento caótico de sonidos irreconocibles, todos mezclados obligándonos a asistirlos, a ponerles atención y a concentrarnos. Es la tecnología que nos llama imperiosamente, a la que diariamente rendimos pleitesía. Todos reaccionan de la misma manera frente a un repique del teléfono, todos ven la tele con la misma cara de idiotas, todos están inmersos en ese sistema que encadena la imaginación. Antes (10 años aprox.), el celular, el Internet eran elementos lejanos, casi inexistentes, las tecnologías no estaban al alcance de la mano. Antes, existían los amigos imaginarios, esos seres invisibles que de alguna forma eran la imaginación en su mayor expresión. Esa imaginación desbocada, sin esquemas ni estructuras que coarten su potencial, esa que permitía entretenerse en cualquier momento y en cualquier lugar, es ahora reemplazada por la caja idiota, el chat, y demases placebos creados para tranquilizar al hombre. Son estos balines tecnológicos, que nos venden en todo lugar, los que están socavando la libertad de acción de las personas. De forma silente, casi invisible las estructuras comerciales se apoderan de lo ultimo nuestro que nos queda. Los niños son aleccionados lentamente para comprar, producir y entender los conceptos que ellos quieren, siendo rechazados los que actúan de otra forma. La imaginación tiene sus días contados, los amigos imaginarios caen abatidos por los balines impuestos, y nadie hace nada, nadie quiere ponerse en el fuego cruzado.
Hay un temor por la imaginación, por las cosas sin sentido. Todo tiene que tener una explicación racional que avale el accionar, legitimándolo dentro de la sociedad, la misma que absorbe y cataloga aquellos actos. Pareciera ser que la imaginación es un atentado contra la patria, contra los que nos rodean. Tener un amigo imaginario puede ser síntoma de enfermedad, de exceso de irracionalidad. No tener celular, no usar Internet, son todos actos “anti-sistémicos” porque así nos lo han dicho, por lo tanto hay que castigar socialmente a aquellos que no acatan como se les ordena. Al parecer no son balines los que lanzan, sino pequeñas bombas capaces de destruir cualquier colonia imaginaria, por mas pequeña que sea. Al parecer no queda mas escapatoria, o morir junto al amigo imaginario, o vivir en un mundo imaginado (por ellos).
Hay un temor por la imaginación, por las cosas sin sentido. Todo tiene que tener una explicación racional que avale el accionar, legitimándolo dentro de la sociedad, la misma que absorbe y cataloga aquellos actos. Pareciera ser que la imaginación es un atentado contra la patria, contra los que nos rodean. Tener un amigo imaginario puede ser síntoma de enfermedad, de exceso de irracionalidad. No tener celular, no usar Internet, son todos actos “anti-sistémicos” porque así nos lo han dicho, por lo tanto hay que castigar socialmente a aquellos que no acatan como se les ordena. Al parecer no son balines los que lanzan, sino pequeñas bombas capaces de destruir cualquier colonia imaginaria, por mas pequeña que sea. Al parecer no queda mas escapatoria, o morir junto al amigo imaginario, o vivir en un mundo imaginado (por ellos).