Más de diez años de silencio tuvieron que pasar para que la escena santiaguina presenciara nuevamente a una banda que, a mediados de los noventa, hiciera popular cánticos con líricas que hablan de temas tan bizarros como suicidios colectivos en China (Síndrome Camboya) o de una genuina devoción a una actriz porno (Chicholina).
Los Peores de Chile fue una de las pocas agrupaciones de rock que logró instalar sus sonidos punkrockeros tanto en radios como en canales de televisión. Mérito nada menor si se considera que sus letras se alejan bastante de lo considerado “políticamente correcto”.
Luego del lanzamiento de su primer disco en el ’94, en cosa de meses los músicos consiguieron fama y atención mediática, lo que terminó por llevar al conjunto al colapso. Así como alcanzaron rápidamente la cima, su caída no tardó en llegar y la disolución del grupo fue sólo una cosa de tiempo. A fines de la década pasada ya nadie hablaba de ellos en ningún medio y la vida de su vocalista, el Pogo, pasó a ser todo un misterio.
Inesperada. Esa es la palabra que mejor describe el anuncio de la reagrupación de la banda y la programación de una tocata para fines de junio de 2009, en la que sellarían su regreso. Pogo (guitarra y voz), Jando (guitarra), Klein (bajo) y David Osorio (batería), estos tres últimos también miembros de Los Revoltosos, es la formación con la que decidieron enfrentar esta nueva era. Del cuarteto, sólo el baterista no participó en la grabación del LP homónimo de 1994, aunque también tuvo un paso fugaz por el conjunto en su primera andanza.
Es noche de viernes en el barrio del Club Hípico y afuera del Club Cadilac una cincuentena de punkys se agolpan en las boleterías del recinto, esperando la abertura de puertas. El valor de la entrada, considerando la envergadura de la convocatoria, está a unas populares tres lucas. Una vez dentro la espera sería larga aunque no tediosa, ya que para amenizar la previa, por los parlantes del espacioso local sonaba un agradable rockabilly que hizo bailar a más de alguna pareja. Álvaro España de los Fiskales, las hizo de Dj y con una acertada rutina que incluyó desde versiones de los Ramones a temas de Los Violadores, cumplió con su papel.
La primera banda en salir al ruedo fue Lilits. Cuando partió tocando este trío de chicas, el Cadilac aún se notaba vació. De ellas yo sólo había escuchado su disco Lilits (2005) y así sin más referencias, me pareció que lograron prender a ratos a los pocos asistentes que prestaban atención. El sonido no fue de los mejores, pero eso no fue impedimento para que la banda dejara todo en el escenario.
Su presentación privilegió los temas nuevos del grupo, que están incluidos en su nueva placa, la que esperan lanzar el próximo 22 de julio. En las canciones del nuevo álbum muestran su lado más melodioso y, como suele pasarle a muchas bandas, integran más pausas y cambios de ritmos, consiguiendo una “madurez musical”. Con su mezcla de rapidez y temas más fiesteros, el trío logró tímidos aplausos del público. Fue un show parejo, que si hubiera contado con un sonido que les acompañe, habría subido notablemente de nivel.
Para el siguiente número ya se veía un poco más de concurrencia al interior del recinto. Directo desde las australes tierras de Punta Arenas, la banda Hielo Negro invadía el local con toda la fuerza y solidez de su rock patagónico. Aparte del split que comparten con Yajaira y un par de temas más, no estaba tan familiarizado con la música de este combo de Hard Rock.
Entre la gente se podía ver a varios fanáticos de la banda, que probablemente venían a verlos especialmente a ellos, lo que se notó en que en cada canción que tocó el trío sureño, la respuesta fue excelente por parte de los asistentes. Sin contar el mencionado split, la banda tiene otros cuatro discos que han ido lanzando a lo largo de sus más de diez años de carrera. El grupo debe ser algo así como la versión criolla de Motörhead, matizando los riffs hardrockeros con temas más ligados al punk y el metal.
En una inesperada confesión, el propio vocalista y guitarrista de la banda se encargó de decir que nunca pensó que llegaría a telonear a Los Peores de Chile, banda que escucha desde su época colegial. En cerca de media hora, la agrupación supo cómo encender a la concurrencia, lo suficiente como para dejarla alistada para el plato de fondo.
Ya era la hora. Se terminaba la espera para que se cristalizara esta histórica reunión de Los Peores de Chile. Aunque previamente la banda ya había participado el 6 de junio en una tocata en Coquimbo, esta ocasión sirvió como el regreso oficial, ya que por primera vez en 12 años se pararían en un escenario que estuviera a la altura de lo que significó para muchos esta agrupación.
Sin más preámbulos los músicos tomaron posiciones y en cosa de instantes ya estaba sonando la primera canción. “Gil del año” con ese punk rock veloz que tanto nos gusta, rompió con los 12 años sin degustar la peor cosecha de estas tierras. “Qué feliz en tu trabajo / sólo currar y dormir / y a cambio de unas monedas / tu serás un explotado” pronunciaba con frescura el Pogo y el Cadilac parecía que se venía abajo, formándose un mosh de proporciones. A esas horas de la noche el local albergaba a alrededor de 500 personas que ocupaban casi por completo la pista de baile.
Me atrevo a decir que la gran mayoría de los que asistimos esa noche de viernes al Cadilac, nunca tuvimos la posibilidad de ver a esta banda en su pleno apogeo. Si mal no recuerdo, Los Peores de Chile fue la primera banda de punk nacional que tuve la suerte de escuchar, incluso antes que los Fiskales Ad-Hok o Los Miserables. Hace más de 10 años, por esas cosas de la vida, llegó a mi casa el cassette debut de la banda del Pogo. Las pegajosas melodías y las letras divertidas que se podían oír en ese cassette quedaron grabadas en mi memoria. Pero no fue sino hasta un par de años después cuando me volví a reencontrar con ese disco y de ahí en adelante no lo solté más.
La mayoría de los temas que tocaron esa noche pertenecían a aquel álbum homónimo, ya que fue el único en el cual participó una formación estable. “Malos, malos, malos” y las radiales “Chicholina” y “Síndrome Camboya” sirvieron como perfectas dosis de nostalgia, que remontaron a aquellos tiempos en que la banda gozaba de una increíble popularidad. Ya para el “13 mordiscos de amor” (1997) los Peores habían sufrido una ruptura, por lo que esa segunda placa se tuvo que grabar con una nueva e improvisada alineación, que de los integrantes originales sólo incluía al Pogo.
Algo que no podía faltar en esta tocata era algún tema acompañado por la magistral interpretación de la armónica por parte del escuálido vocalista. Así fue como en “Boogie Woogie” se pudo apreciar todo el manejo que éste tiene del instrumento, haciendo bailar y poguear a una fanaticada, que a esas alturas, estaba entregada por completo al espectáculo. Me hubiera gustado que el cautivante sonido de la armónica hubiera figurado en más temas, pero lamentablemente, no fue así.
Pero en esta nueva era del grupo no sólo quiere vivir de recuerdos. La reunión tiene objetivos mayores como la creación de material nuevo, para la posterior grabación de un esperado tercer disco. Para este show la banda tenía preparada una sorpresa, ya que aprovechó la instancia para tantear terreno, mostrando una nueva composición, “Loco de amor”, en la que se sigue la línea tan característica de sus otros éxitos.
Para cerrar esta jornada memorable, apareció por fin un tema que había esperado toda la noche y que de ninguna manera podía quedar fuera: “Hollywood Boulevard”. “Y ya no hay nada en que creer / Y ya no hay nadie en quien creer”. Esa sigue siendo la consigna de la banda, que se resiste a dar por finalizada su historia. Porque, al parecer, cual película de ciencia ficción, aún nos falta ver lo peor.
Luego del lanzamiento de su primer disco en el ’94, en cosa de meses los músicos consiguieron fama y atención mediática, lo que terminó por llevar al conjunto al colapso. Así como alcanzaron rápidamente la cima, su caída no tardó en llegar y la disolución del grupo fue sólo una cosa de tiempo. A fines de la década pasada ya nadie hablaba de ellos en ningún medio y la vida de su vocalista, el Pogo, pasó a ser todo un misterio.
Inesperada. Esa es la palabra que mejor describe el anuncio de la reagrupación de la banda y la programación de una tocata para fines de junio de 2009, en la que sellarían su regreso. Pogo (guitarra y voz), Jando (guitarra), Klein (bajo) y David Osorio (batería), estos tres últimos también miembros de Los Revoltosos, es la formación con la que decidieron enfrentar esta nueva era. Del cuarteto, sólo el baterista no participó en la grabación del LP homónimo de 1994, aunque también tuvo un paso fugaz por el conjunto en su primera andanza.
Es noche de viernes en el barrio del Club Hípico y afuera del Club Cadilac una cincuentena de punkys se agolpan en las boleterías del recinto, esperando la abertura de puertas. El valor de la entrada, considerando la envergadura de la convocatoria, está a unas populares tres lucas. Una vez dentro la espera sería larga aunque no tediosa, ya que para amenizar la previa, por los parlantes del espacioso local sonaba un agradable rockabilly que hizo bailar a más de alguna pareja. Álvaro España de los Fiskales, las hizo de Dj y con una acertada rutina que incluyó desde versiones de los Ramones a temas de Los Violadores, cumplió con su papel.
La primera banda en salir al ruedo fue Lilits. Cuando partió tocando este trío de chicas, el Cadilac aún se notaba vació. De ellas yo sólo había escuchado su disco Lilits (2005) y así sin más referencias, me pareció que lograron prender a ratos a los pocos asistentes que prestaban atención. El sonido no fue de los mejores, pero eso no fue impedimento para que la banda dejara todo en el escenario.
Su presentación privilegió los temas nuevos del grupo, que están incluidos en su nueva placa, la que esperan lanzar el próximo 22 de julio. En las canciones del nuevo álbum muestran su lado más melodioso y, como suele pasarle a muchas bandas, integran más pausas y cambios de ritmos, consiguiendo una “madurez musical”. Con su mezcla de rapidez y temas más fiesteros, el trío logró tímidos aplausos del público. Fue un show parejo, que si hubiera contado con un sonido que les acompañe, habría subido notablemente de nivel.
Para el siguiente número ya se veía un poco más de concurrencia al interior del recinto. Directo desde las australes tierras de Punta Arenas, la banda Hielo Negro invadía el local con toda la fuerza y solidez de su rock patagónico. Aparte del split que comparten con Yajaira y un par de temas más, no estaba tan familiarizado con la música de este combo de Hard Rock.
Entre la gente se podía ver a varios fanáticos de la banda, que probablemente venían a verlos especialmente a ellos, lo que se notó en que en cada canción que tocó el trío sureño, la respuesta fue excelente por parte de los asistentes. Sin contar el mencionado split, la banda tiene otros cuatro discos que han ido lanzando a lo largo de sus más de diez años de carrera. El grupo debe ser algo así como la versión criolla de Motörhead, matizando los riffs hardrockeros con temas más ligados al punk y el metal.
En una inesperada confesión, el propio vocalista y guitarrista de la banda se encargó de decir que nunca pensó que llegaría a telonear a Los Peores de Chile, banda que escucha desde su época colegial. En cerca de media hora, la agrupación supo cómo encender a la concurrencia, lo suficiente como para dejarla alistada para el plato de fondo.
Ya era la hora. Se terminaba la espera para que se cristalizara esta histórica reunión de Los Peores de Chile. Aunque previamente la banda ya había participado el 6 de junio en una tocata en Coquimbo, esta ocasión sirvió como el regreso oficial, ya que por primera vez en 12 años se pararían en un escenario que estuviera a la altura de lo que significó para muchos esta agrupación.
Sin más preámbulos los músicos tomaron posiciones y en cosa de instantes ya estaba sonando la primera canción. “Gil del año” con ese punk rock veloz que tanto nos gusta, rompió con los 12 años sin degustar la peor cosecha de estas tierras. “Qué feliz en tu trabajo / sólo currar y dormir / y a cambio de unas monedas / tu serás un explotado” pronunciaba con frescura el Pogo y el Cadilac parecía que se venía abajo, formándose un mosh de proporciones. A esas horas de la noche el local albergaba a alrededor de 500 personas que ocupaban casi por completo la pista de baile.
Me atrevo a decir que la gran mayoría de los que asistimos esa noche de viernes al Cadilac, nunca tuvimos la posibilidad de ver a esta banda en su pleno apogeo. Si mal no recuerdo, Los Peores de Chile fue la primera banda de punk nacional que tuve la suerte de escuchar, incluso antes que los Fiskales Ad-Hok o Los Miserables. Hace más de 10 años, por esas cosas de la vida, llegó a mi casa el cassette debut de la banda del Pogo. Las pegajosas melodías y las letras divertidas que se podían oír en ese cassette quedaron grabadas en mi memoria. Pero no fue sino hasta un par de años después cuando me volví a reencontrar con ese disco y de ahí en adelante no lo solté más.
La mayoría de los temas que tocaron esa noche pertenecían a aquel álbum homónimo, ya que fue el único en el cual participó una formación estable. “Malos, malos, malos” y las radiales “Chicholina” y “Síndrome Camboya” sirvieron como perfectas dosis de nostalgia, que remontaron a aquellos tiempos en que la banda gozaba de una increíble popularidad. Ya para el “13 mordiscos de amor” (1997) los Peores habían sufrido una ruptura, por lo que esa segunda placa se tuvo que grabar con una nueva e improvisada alineación, que de los integrantes originales sólo incluía al Pogo.
Algo que no podía faltar en esta tocata era algún tema acompañado por la magistral interpretación de la armónica por parte del escuálido vocalista. Así fue como en “Boogie Woogie” se pudo apreciar todo el manejo que éste tiene del instrumento, haciendo bailar y poguear a una fanaticada, que a esas alturas, estaba entregada por completo al espectáculo. Me hubiera gustado que el cautivante sonido de la armónica hubiera figurado en más temas, pero lamentablemente, no fue así.
Pero en esta nueva era del grupo no sólo quiere vivir de recuerdos. La reunión tiene objetivos mayores como la creación de material nuevo, para la posterior grabación de un esperado tercer disco. Para este show la banda tenía preparada una sorpresa, ya que aprovechó la instancia para tantear terreno, mostrando una nueva composición, “Loco de amor”, en la que se sigue la línea tan característica de sus otros éxitos.
Para cerrar esta jornada memorable, apareció por fin un tema que había esperado toda la noche y que de ninguna manera podía quedar fuera: “Hollywood Boulevard”. “Y ya no hay nada en que creer / Y ya no hay nadie en quien creer”. Esa sigue siendo la consigna de la banda, que se resiste a dar por finalizada su historia. Porque, al parecer, cual película de ciencia ficción, aún nos falta ver lo peor.
Más fotos del concierto: http://www.flickr.com/photos/94389389@N00/sets/72157620657881726/
3 comentarios imbeciles:
Pensaba que no me dolería tanto el hecho de no haber ido al recital (por motivos que en el momento eran importantes, pero que ahora no lo son tanto), pero al leer tu reseña quedé MAL, jajajajajjaa. DEBI HABER IDOOOOOOO. Bueno, al igual que tú, el primer disco de Los Peores de Chile (en aquel entonces cassette) es el culpable que marcó mi vida. A esperar entonces otra tocata, aguante el punk rock!!!!!!!!!
Buen review loco. Puta por problemas de estudio no pude ir a la tocata. Sé ve que la vuelta va a en serio y por lo que describiste, aún mantienen la vitalidad de antaño. Para la próxima será. Saludos!!
wena el sonido estuvo pal hoyo eso si era una verguenza que la musica envasada sonara tan definida y que la mitad de los temas de hielo negro no se cacharan hasta la mitad. Pero encuentro notable que al pogo le hayan dado permiso en el hogar las rosas pa ir a la tocata
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